Peregrinos de la Esperanza
- Fundacion Hogar de la Misericordia
- hace 6 días
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ESCRITO por el Padre Gerardo Agredo
San Juan Pablo II ha afirmado que: Toda la vida cristiana es como una gran peregrinación hacia la casa del Padre, del cual se descubre cada día su amor incondicionado por toda criatura humana, y en particular por el "hijo pródigo" (cf. Lc 15, 11-32). Esta peregrinación afecta a lo íntimo de la persona, prolongándose después a la comunidad creyente para alcanzar a la humanidad entera». Una imagen de esta realidad la encontramos en el libro del Éxodo, el cual describe el camino del pueblo elegido hacia la tierra prometida, (cf. Ex 6,6) ahí se plantea la liberación en términos de la posesión de la tierra. El devenir de esa historia nos bosqueja un nuevo éxodo prefigurado en ese, como un itinerario de naturaleza definitiva y eterna, que trasciende el cosmos y la historia humana, y que señala a Cristo como Salvador del mundo. Es un itinerario de salvación que une el pasado con el presente, y lo proyecta al futuro y que es fruto del designio de Dios. (cf. Ef 1, 9-10). Indicando que la vida cristiana es un camino hacia la plena comunión con Dios, y la Iglesia esta llamada en Cristo Jesús, a conseguir la santidad o plenitud por la gracia de Dios; entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios, llevando la imagen de este siglo que pasa en sus sacramentos, e instituciones, y viviendo ella misma entre las criaturas a la espera de la manifestación gloriosa de los hijos de Dios. (Cf LG. 48)
Caminar es pues, la invitación y a la vez la consigna dada en esta espiritualidad, es un ir “adelante y arriba como caravana de peregrinos sembradores de amor”, sin detenernos, ni conturbarnos o arredrarnos, yendo como el que va a la victoria, como el que ya regresa con el triunfo, porque somos de Dios. Sin ningún temor, y con nada que nos haga perder el compas del ritmo sobre la marcha del avance de Dios en nosotros. A tal punto que ni los éxitos, ni los fracasos nos aparten de la meta, siendo recios y tercos en la marcha, yendo adelante con los pies en la tierra y el corazón en Dios. (Cf. A. 188) Con una meta clara, porque como todo peregrino siempre la debe tener, y al igual que las alternativas que están en la ruta. Pero es claro que debemos aprender a orientarnos para elegir la ruta al perseguir la meta. Ya que al seguir dos o más rutas a un mismo tiempo nos podremos confundir, siendo este el mejor medio o causa para no encontrar la meta; tragedia recurrente de los inseguros, cuyo resultado es el fracaso, la perdición, y por tanto la carencia de paz por la falta de armonía.(Cf A. 1540) Porque como dice la escritura: “Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro…”(Mt 6,24).
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